domingo, diciembre 11, 2005

Do the jackpot

Me costó entrar al casino. El señor que controlaba la puerta insistía en que mi vestimenta era inapropiada para la ocasión.

-¿no le gusta mi chaqueta? si la usé para el matrimonio de la Perlita y la compré en Eserre, allá en Alonso de Córdova, ¿usted ubica?, ¿no es acaso topísima?
-no es su chaqueta, son sus pies, no tiene zapatos. No puedo dejarla entrar sin zapatos.
-pero si me los robaron en la playa!
-recién?

Le conté entonces que venía llegando de Santiago, que en el aeropuerto me esperaba mi primo Paul y que cuando preguntó "qué es lo primero que quieres hacer", yo contesté "quiero ganarme un premio en el casino", entonces vino y me trajo a la playa, mientras él buscaba estacionamiento, me acerqué a la orilla, dejé mis zapatos de cristal en la escalera y entonces bajé hasta la línea donde se acaba Chile continental y comienza el vapuleado Chile oceánico y sus problemas limítrofes, y bueno, cuando volví ya no estaban, y en su lugar encontré un papelito que decía "Te encontraré Cenicienta".

-vaya...


El señor se apiadó de mis cachetes colorados y tal vez hasta le gustó mi risa, por fin me dejó pasar y conmigo entraron Charly y su amigo Rolando, unas ánimas que se atravezaron en la carretera y que quedaron pegadas a mi brazo izquierdo. "Por acá se muere mucha gente", dijo Charly, y se acomodó en mi lado vacío de espíritu, trayendo de la mano a su amigo Rolo que nunca para de llorar. Es un alma en (realmente) mucha pena.

Charly me insiste que juegue en un tragamonedas enfermo de perdedor.

-estoy puro perdiendo, tú me traes mala suerte.
-insiste, insiste, échale otra, échale otra!
-tu amigo, el que llora, me pone nerviosa, dile que mire para otro lado.

Rolando era pura lágrima espectral, lo raro era que se formaban posas verdaderas en cada parte donde se quedaba parado mirando el más allá. Las gentes caminaban distraídas y las pisoteaban enteras, nadie advertía su llanto, nadie notaba que en sus propios zapatos habían restos húmedos de dolor de ánima. "Es que él se quiere ir al cielo", me confiesa Charly al oido. Sigo en el tragamonedas de la puta.

-no pasa nada Charly, me estai puro estafando me tinca que tu tenís algún interés por estos lados.

Paul me invita a la ruleta, dice que mi tia nos espera con comida china y que a qué hora vamos a volver. Le digo que en realidad no sé, pero que me diga porfavor si él escondió mis zapatos, que me han pisado todo el rato, que se me mojan con las gotas que se le caen al Rolo por todas partes, y que así como voy, no ganaré ni para comparme unas hawaianas en el súper. Se rie no más, dice que me veo loca a pata pelada y que a el le gusta pasearme así por todas partes.

-no traje más zapatos.
-¿te acordai cuando erai chica y yo te traía a andar en patines al monumento de los héroes?


Paul es mi primo favorito del norte. Es flaco y bello, tiene sonrisas y abrazos, y eso está bueno porque la gente ya no viene con esas cosas. Menos en Santiago donde los ejemplares masculinos:

a) son unos frescos de raja
b) son enrollados y engrupidos
c) son feos y aburridos
d) son farsantes y mentirosos
e) todas las anteriores.


La ruleta está ultrallena y la verdad es que ya me suenan las tripas y quiero comer la comida china que mi tía prepara en su casa. Me devuelvo a las maquinitas y, para colmo, la única desocupada es la del dato de Charly. Tengo la última moneda, la última posibilidad de éxito, así es que voy y la pongo por la ranura. Se detiene, se detiene el siete 1, el siete 2...

El siete 3! Charly se rie tanto que parece que va a materializar, de pura alegría molesta a las personas que sin notarlo pasan a través de él, les hace cosquillas en forma de gastritis y los manda al baño para que pongan más atención. Hasta Rolando deja de llorar y se une a la metarisa. Se rie todo el rato mientras voy y consigo mi premio, me lleno los bolsillos con billetes y monedas, aparezco en la puerta del casino, me despido del señor que me déjó pasar y hasta le doy un beso de contenta. Me gané toda la plata del mundo y no tener zapatos es un detalle que ahora no le importa a nadie.

-Qué harías si te ganaras toda la plata del mundo? -me preguntó un día el Huevo.


-construiría un hospital para perritos pobres sin casa.

Pero qué diablos, estoy en Iquique y pienso que esta noche me tomaré todo el vodka del mundo y el ron del mundo, y seguramente me pescaré una caña universal que solucionaré mañana con un paseo por la playa, y nuevamente vodka y ron.

-me duelen mis patitas, me tomas? -Paul es dulce, me abraza, me levanta y se da unas vueltas. Le pido que sea mi novio esta noche.

-me quieres mucho?
-muchísimo
-aunque no tenga zapatos?
-no importa
-claro, lo dices porque ahora tengo toda la plata del mundo
-ese es un detalle.